viernes, 28 de noviembre de 2014

LA TRANSFORMACIÓN FINAL

Aquel fatídico día en el que despertarían a la cansada Ayshane de su sueño reparador, había llegado, no tan sólo la habían despertado sino que sus personalidades protectoras se habían fusionado. Ahora tan sólo se podían aprecias aquellos increíbles ojos azul eléctrico. Unos ojos que a su corta edad ya habían visto suficiente del mundo.

Su propia madre la había abandonado, pero ésto tan sólo era una pequeña parte. Antes de eso Apollymi la había traicionado de tal forma que se apropió del cuerpo de Ayshane metiéndose en él hasta tal punto que se encontró al borde de la muerte.

Apollymi había sido liberada de su prisión y ella no pudo hacer absolutamente nada para detenerla. El mínimo movimiento le traería la muerte, puesto que las heridas mortales infringidas por su propia hermana se reabrirían. Apollymi gozó de una victoria rápida y fácil. Sobre todo fácil. Ayshane no podía ni imaginarse el estado del Inframundo en ese momento...

Aún así, que tan sólo la llegada de su propia hermana por aquella puerta de la mansión de los Kyur hubiera provocado tal fusión entre sus dos personalidades regenerativas...

Las cosas sucedieron de tal forma que todo se resumía en un nombre: Nyx, la diosa de la noche.

Se imaginó que Nyx había entrado en aquella mansión con la certeza de que quizás cabía la posibilidad de encontrar a su hermana, pero tan sólo se había encontrado con Chruse y Nheviden. Los cuales al verse directamente se habían fusionado en un sólo ser. Ante aquella fusión, un mecanismo se activó y aquellos ojos azul eléctrico volvieron a aparecer. No podía ser una buena señal...

La actual Ayshane daba más miedo del habitual, aunque su antiguo aspecto no fuera espeluznante de por sí, su personalidad sí lo había sido. Aún así, parecía sacada de otro mundo con aquella sonrisa lasciva fusionada con la mirad del cuerpo de Nheviden y la otra mitad del cuerpo de Chruse.

Resultaba extraño, y si estaba tan sacado de la normalidad... Lo que fuera que ocultara Ayshane no sería mucho mejor.

-¡Tú! ¿Cómo osas interrumpir mi sueño? ¿Acaso intentas rematarme?

Zessnyu, el actual guardián de Ayshane, se temía lo peor. Aquella voz pertenecía a la propia Ayshane, no a ninguna de las dos personalidades que había conseguido crear antes de caer en un sueño profundo y reparador. Había perdido la cuenta de los meses que su ama llevaba durmiendo, pero no podía deparar nada bueno su despertar tanto para su ama como para él mismo. Si tan sólo lograra transformarse, ese sería un problema para todos... Nadie en este mundo terrenal, estaba preparado para ver su verdadera forma, su verdadera naturaleza. Nadie, jamás lo estaría.

Pero Ayshane se conocía precisamente por sorprender a la gente, así que no fue de extrañar que de su espalda comenzarán a surgir dos alas largas y emplumadas. Había comenzado la transformación. Y una vez transformada sería más peligrosa de lo que había sido nunca, pues un ala blanca y un ala negra tan sólo significaban el fin del mundo.


Tan sólo significaban, que tendrían que correr. Huir y esconderse, pues la antigua Ayshane estaba oficialmente muerta y la de ahora, aquella genuina figura que empezaba a formarse a partir de sus restos, una figura de mujer madura con aquellos ojos azul eléctricos. Con el pelo tan largo que rozaba la parte inferior de su espalda... Ya no era Ayshane, era quién estaba destinada a ser. Dara.

Atte: Señoríta Ayshane.